Los hombres pasan, su obra queda…
Si hubiera de recordárselo por una sola de sus múltiples actividades, la tarea de poner en marcha el eficiente sistema registral que estuvo a su cargo por largos años -en una Argentina clásicamente inestable- sería suficiente para garantizarle un lugar privilegiado.
Mariano Durand fue, sin embargo, mucho más que el eficaz creador de un sistema registral ágil y confiable. Su espíritu inquieto lo hizo también un profesional agudo y minucioso, un empresario creativo, exitoso e innovador, y un hombre político pluralista y confiable.
Nada está dicho, empero, si no se pone en lo alto su nota más destacada: su calidez humana. Amigo leal y sincero, persona capaz de rodearse de las personas más adecuadas y de incorporar a su tarea los más variados puntos de vista, será siempre recordado por su trato cordial y su fina sensibilidad.
Hemos perdido a un querido amigo, y nos despedimos de él con enorme tristeza.