ADIÓS A UN INNOVADOR

Conocí a Mariano Durand en una reunión de directores de áreas y directores de proyectos del Ministerio de Justicia que se realizó en Ezeiza, en el año 1987. Debo confesar que, inicialmente, me sorprendió su exposición y no logré entenderlo totalmente. Era una época complicada, en la que se cruzaban distintas opiniones sobre cómo optimizar el funcionamiento de la Administración Pública. Sonaba fuerte una ola “privatizadora” como la panacea para los problemas de nuestra economía, y paralelamente otros nos oponíamos desde un estatismo cerrado.

En ese contexto escuché por primera vez una posición absolutamente diferente, que ponía el énfasis en la mejor atención posible a los usuarios de los Registros de la Propiedad del Automotor, pero no reclamaba más presupuesto, sino que había propuesto un sistema que se instrumentó con dos leyes: la cooperación técnica y financiera de diversos organismos y sujetos (en el caso de la Dirección Nacional fue A.C.A.R.A.). Este sistema ha permitido que no solo los Registros de la Propiedad del Automotor, sino prácticamente la casi totalidad de los organismos dependientes del hoy Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, puedan funcionar con eficacia creciente y sin aportes presupuestarios. Para quienes todavía no entienden esta característica, es bueno difundir que el Estado no debe poner ni un centavo en el funcionamiento y mantenimiento de cada uno de los Registros y, por el contrario, de la recaudación de cada uno de ellos ingresan importantes sumas al Ministerio, para diversas finalidades.

Lo concreto fue un cambio impresionante en el funcionamiento de los Registros Automotores, que eran oficinas vetustas, con infinidad de trámites en lugares diferentes (el mismo Registro, Banco Nación, Rentas o Banco Ciudad en el caso de Capital Federal, etc.). Mariano impulsó con un entusiasmo cuasi místico la idea de la ventanilla única, la eficiencia en los trámites, la buena atención al público, y luego vino la informatización, la elaboración del Digesto de Normas Técnico-Registrales del Automotor, entre muchas otras mejoras.

Tuve la suerte de contribuir a la firma del Convenio de Cooperación entre la DNRPA y la ex Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, por pedido expreso de Mariano, cuando yo era subsecretario de Gobierno de dicha Municipalidad.

Es cierto que la implementación de estas medidas significó un notable incremento de tareas y responsabilidades en cada Registro Seccional, pero simplificó y optimizó la tramitación referida a inscripciones iniciales, transferencias, prendas, bajas, etc.

En definitiva, en estas breves líneas de despedida a Mariano Durand, quien nos dejó hace pocos días, vaya mi homenaje, no sólo a un gran funcionario, cuya obra ha perdurado y -afortunadamente- no ha sido abandonada, sino a un amigo con quien también compartí afinidades políticas y fue un excelente consultor cada vez que necesité su valioso consejo.